Su madre muere, su esposa se va y el auto ya no funciona. Martín cree que su vida esta acabada, pero sube a la terraza y por primera vez presta atención a su barrio. Desde allí descubre varias personas singulares que de alguna manera comparten su espíritu. La más preciada de ellas, Miriam, desaparece, y en su búsqueda encuentra también una oportunidad de redención. El Camino General Belgrano que lo vio hundirse, con sus interminables baches y sus banquinas eternamente inundadas, se transforma entonces en el marco para acceder a un mundo nuevo y desconocido.

El árbol de cristal, al fin, devela todos sus secretos.

La cuenta regresiva de los sueños de Juan llega a cero. Toma su bicicleta y corre al bosque llamado por una urgencia inexplicable. Al fin, ellos vuelven, y la lucha se dasata.

Juan y Sara se arrastran con lentitud. El ducto de ventilación parece interminable. ¿Lograrán llegar a alguna salida?

Con Juan y sus nuevos amigos desaparecidos en el bosque, Laura inicia una búsqueda sin cuartel. La policía no le presta atención y se siente sola. Cuando está a punto de abandonarse a la desesperación, una antigua amiga de la escuela primaria acude en su ayuda.

Después de leer el diario de Juan Pereyra, Alberto tiene mucho más que contar, hechos que ocurrieron cuando aún era parte de la fuerza aérea. Sara tiene una sorpresa para todos guardada en su bolso. Y después de la reunión, alguien espera a Eduardo y Alberto en el Instituto Argentino de Radio Astronomía.

Alberto saca de su portafolios un viejo manuscrito. Sara, Juan, Laura y Eduardo oirán la historia y tendrán que decirir qué es realidad y qué es ficción.

Los cuatro personajes principales de esta historia se encuentran y comparten sus experiencias para intentar descifrar qué es lo que ocurre en el bosque.

Juan y Eduardo cavan y entran en los túneles. No les cuesta mucho dar con el complejo debajo del árbol de cristal. Por su parte, Sara y Alberto son más sigilosos, y tienen mucho cuidado de no ser vistos, pero pronto alguien hará sonar las alarmas.

Sara hace un largo viaje para dar con la posición indicada en el cilindro rosa. Encuentra un profundo bosque y, al final del sendero, el árbol de cristal. Más adelante, también encontrará una sorpresa.

Sara sube a la montaña y encuentra un extraño objeto. A pesar de sus problemas personales, no deja de investigar el origen y el significado de los símbolos escritos en el cilindro rosa.

En este segundo capítulo, Juan le relata a Eduardo, su jefe, lo sucedido durante su excursión al bosque. Eduardo se entusiasma y va a investigar por su cuenta. Descubre unas largas líneas de respiraderos dentro del bosque que le llevan a pensar que existe algún tipo de instalación subterránea. Confecciona un mapa con todos los respiraderos encontrados y se lo muestra a Juan. Pronto toman una desición: excavar para salir de dudas.

El Árbol de Cristal es una novela que escribí hace doce años y tuvo una gran contra: fue lo primero que escribí. Por lo tanto pagó el precio de abrir el camino. Desde el principio supe que "el árbol" merecía una futura segunda versión con más emoción, contando lo que de verdad pasó sin tantos adornos y formalismos, con menos rocío perlado y más transpiración chorreando. Este nuevo Árbol de Cristal es más contundente, va más al grano, y cuenta alguna que otra sorpresita que antes había quedado perdida en lo profundo del bosque.